«Reinventarse también es crear»
«Reinventarse también es crear»
¡Hola, soy Mariana!
Creo en la fuerza de las historias. En su poder para despertar algo dormido. En su capacidad de conectar generaciones. En el espacio que abren para la ternura, la contemplación y el juego. Y en la manera en que pueden ayudarnos a mirar el mundo de otro modo.
Soy arquitecta de formación, pero hace un tiempo dejé de construir con ladrillos para empezar a construir con palabras, imágenes y memorias. Durante años me dediqué a transformar, primero casas y posteriormente maderas antiguas —rescatarlas, darles una nueva vida, resignificarlas— sin saber que, en el fondo, lo que buscaba era reinventarme a mí misma.
Hoy, luego de un largo proceso, me convertí en escritora e ilustradora. Mi universo creativo nace de una necesidad vital:
recordar lo que fuimos, cuidar lo que somos, y no perder de vista lo que podríamos llegar a ser.
Mi trabajo está hecho a mano. Literalmente. Dibujo con lápices de colores, pinto con acuarelas, escribo con el corazón y narro desde la emoción. Me inspiran los niños y los adultos que aún se permiten jugar. Me conmueven los recuerdos que se esconden en los detalles: un piloto rojo guardado en un cajón, una tarde de lluvia, una mirada curiosa. Me preocupa la adultez desconectada: adultos que viven inmersos en pantallas, que han dejado de jugar, de imaginar, de mirar a los ojos a un niño. Me entristecen las infancias que crecen en ese mismo ritmo, hipnotizadas por una tecnología fría y calculada, alejadas de la naturaleza, del asombro, del contacto con su propio mundo interior.
Por eso intento crear pequeños mundos que inviten a frenar, observar, imaginar, reconectar.
Así nació Rosie
Una zorrita vestida en amarillo pastel, sensible, observadora y profundamente creativa. Ella es mi alter ego, mi mensajera, y una guía sutil hacia esa infancia que no queremos perder.
Con ella, cuento historias que parecen ser para chicos, pero que también hablan directamente a los adultos. Porque muchas veces, para sanar lo que somos, necesitamos volver a mirar con los ojos de lo que fuimos.
Me gusta pensar que mis cuentos no solo se leen: se sienten. Y que cada ilustración que hago es una pequeña ofrenda de belleza, de memoria y de posibilidad.
Bienvenidos a este espacio donde la creatividad se cultiva, el juego se honra y la infancia —propia y ajena— se cuida.